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Esto va de sociedad

Hace no tantos años atrás, cuando llegaban las fiestas de mi pueblo, nos juntábamos las personas jóvenes para organizarlas. Acudíamos a las reuniones que se celebraban para organizar las fiestas. En estas, decidíamos lo que se haría, elegíamos las orquestas, y preparábamos todo tipo de actividades. Nos reuníamos y nos repartíamos las tareas de modo […]

1 diciembre 2009
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Hace no tantos años atrás, cuando llegaban las fiestas de mi pueblo, nos juntábamos las personas jóvenes para organizarlas. Acudíamos a las reuniones que se celebraban para organizar las fiestas. En estas, decidíamos lo que se haría, elegíamos las orquestas, y preparábamos todo tipo de actividades. Nos reuníamos y nos repartíamos las tareas de modo que todas pudiéramos participar. Unas se encargaban de preparar los juegos infantiles, otras de comprar los regalos, otras de conseguir financiación para las fiestas,…

Esta es solo una experiencia personal, pero creo que arroja luz clarificadora al meollo de la cuestión. Antes las fiestas las organizábamos las personas jóvenes, y de ese modo, éramos partícipes de la fiesta desde el comienzo. Por ello, cuando llegaban las mismas, no nos preocupábamos de salir y consumir, sino que además, nos preocupábamos de que todo saliera bien y de que todo el mundo disfrutara por igual. Antes formábamos parte de la organización, y nos responsabilizábamos de todo ello también.

Esta participación nos servía para aprender a trabajar en equipo, y ésta nos servía para entender que todas las personas somos diferentes, y prueba de ello eran las discusiones y deliberaciones que allí se daban, lo que nos ha enseñado el valor de la negociación, el respeto y el compromiso. Nos sirvió para conocer un poco mejor al vecindario, ya que les visitábamos en busca de apoyos económicos o de cualquier otro tipo. También para conocer formas de financiación. Además, al gestionar el dinero y realizar las compras, tenías la oportunidad de reflexionar sobre el consumo y el gasto. Sin darnos cuenta, organizar las fiestas del pueblo nos servía como aprendizaje de otros valores mucho más complejos.

Hoy en día, en muchos lugares de Navarra, se priva a las personas jóvenes de organizar sus fiestas, porque ahora en las reuniones de las fiestas ¿participan las personas jóvenes? De hecho ¿qué organiza la juventud?

Cuando la gente organiza y participa, tiene que estar en la fiesta, y además se preocupa de ella. Pero cuando no participa, no se siente responsable de lo que en ella ocurra.

Ya casi no se ven juegos como el pañuelico, las sillas, el bote bote, gyncanas,… Hoy son las empresas las que gestionan los juegos infantiles, y también los de mayores, sin darnos cuenta de que hemos privado a las personas jóvenes de que organicen y se ocupen del ocio. Y en este caso, la pregunta es, los juegos ¿para qué sirven? Para aprender a jugar en equipos, para aprender a perder y ganar, para aprender a organizar los juegos y todo lo que hace falta para ello (como que la gente participe),… y ahora, ¿qué aportan las empresas privadas? ¿Qué juegos tenemos ahora? O mejor dicho ¿qué juegos consumimos ahora?

Son las personas jóvenes, con su creatividad e interés, las que pueden dotar a nuestro ocio de alicientes y atractivos para dinamizar nuestra vida social. De ese modo, no terminarán perdiendo la idea de responsabilidad en las fiestas y es que, es importante no negarles la participación porque si no, les negamos la creatividad, el compromiso y la responsabilidad.

Valoremos la participación como estrategia para fomentar un ocio y unos espacios saludables, participativos y plurales, porque esto va de sociedad.

Autora: Maite Ziganda de la Asociación Hegoak

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