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La nueva economía social marca sus principios en la Carta de Málaga

Por Ignacio Lillo para Diario Sur Más de 400 expertos y ponentes de prestigio de 43 países ofrecerán esta semana en el Palacio de Ferias sus experiencias con negocios sostenibles. La nueva economía social marca sus principios en la Carta de Málaga. El documento, que se presentó ayer al término de la primera sesión del […]

21 abril 2017

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Por Ignacio Lillo para Diario Sur

Más de 400 expertos y ponentes de prestigio de 43 países ofrecerán esta semana en el Palacio de Ferias sus experiencias con negocios sostenibles.

La nueva economía social marca sus principios en la Carta de Málaga. El documento, que se presentó ayer al término de la primera sesión del foro de Nueva Economía e Innovación Social (NESI, por sus siglas en inglés) ha sido redactado con la colaboración de personas de más de 50 países de los cinco continentes. Su contenido (de cuatro páginas y redactado en inglés) se resume en su compromiso final: «Hoy soñamos y nos comprometemos a co-crear una nueva economía más sostenible, justa, colaborativa y centrada en la gente».

Lo hizo ante una audiencia formada por más de 400 expertos y ponentes de 43 países, reunidos hasta el próximo fin de semana en el Palacio de Ferias de la capital para ofrecer sus experiencias con negocios social, económica y ecológicamente sostenibles. «Hoy hemos marcado un antes y un después en la historia de la economía, desde Málaga para todo el mundo», afirmó el principal promotor de NESI, Diego Isabel La Moneda, empresario residente en Londres que dirige el ‘Global Hub for the Common Good’ (Eje Global para el Bien Común), el foro internacional que reúne a algunos de los máximos exponentes de esta doctrina económica. «La carta nos dice que la economía va a estar al servicio de las personas, y nunca más las personas al servicio del dinero», a lo que añadió: «Va a ser recordado igual que ocurrió con la Declaración de Derechos Humanos».

En definitiva, se trata de crear un modelo económico cuyo objetivo sea el bienestar común y no sólo aumentar la riqueza, mediante la cooperación y donde la responsabilidad social y medioambiental esté en el centro de las decisiones. Entre los ejemplos que ayer se pusieron de relieve están el consumo de los alimentos producidos en el entorno; los criterios sostenibles a la hora de habitar una vivienda o comprar ropa; la movilidad compartida o mediante transportes no contaminantes y el comercio justo aplicado a todos los ámbitos.

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