Consumo Responsable

En defensa de lo pequeño

Las épocas de crisis son el momento ideal para que el grande se coma al chico. Ya el periodo de confinamiento está suponiendo un enorme estrés para todo lo pequeño, tanto agricultores y ganaderos, como comercios y tiendas de proximidad de nuestros pueblos y barrios. Todas lo sabemos bien: las épocas de crisis son el […]

22 abril 2020
Fuente:El Salto

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Las épocas de crisis son el momento ideal para que el grande se coma al chico. Ya el periodo de confinamiento está suponiendo un enorme estrés para todo lo pequeño, tanto agricultores y ganaderos, como comercios y tiendas de proximidad de nuestros pueblos y barrios.

Todas lo sabemos bien: las épocas de crisis son el momento ideal para que el grande se coma al chico. Así es como funciona el capitalismo en sus periódicas crisis. Esta vez no será una excepción. Por eso debemos tener claras algunas ideas en lo que tiene que ver con nuestro deseado consumo sostenible, de proximidad y temporada, y preferentemente ecológico.

Nos va mucho en ello para cuando salgamos de esta primera manifestación de la cadena indefinida de crisis que nos espera.

Y es que el confinamiento está significando un enorme estrés para todo lo pequeño, sean los pequeños agricultores y ganaderos, sean los comercios y tiendas de proximidad de nuestros pueblos y barrios, esos que, junto a bares y restaurantes, vertebran nuestra sociabilidad. Unos y otros, sin grandes soportes financieros, tienen que dar salida como sea a sus productos perecederos o pagar los gastos fijos y de alquiler sin poder levantar sus persianas.

Pero vayamos por partes.

Los mercados al aire libre

También llamados “mercados no sedentarios de proximidad”, son los más perjudicados en esta crisis. Una interpretación excesivamente restrictiva de las prohibiciones decretadas por el estado de alarma sanitaria, por parte de muchos gobiernos locales y autonómicos, ha provocado el cierre generalizado de estos mercados, con las consiguientes pérdidas para todos. Esto llevó a más de 150 organizaciones de todo el estado, defensoras de una alimentación sana y sostenible, a enviar al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación una petición formal para que se buscaran soluciones para estos pequeños mercados que dan  vida a las ciudades. Sin respuesta hasta el momento en que se escriben estas líneas.

Los pequeños agricultores y ganaderos

En el mismo escrito de estas organizaciones se incluye la petición de protección a los pequeños agricultores y ganaderos, que está perdiendo en esta crisis sanitaria buena parte de su mercado por el cierre de sus canales habituales de comercialización, entre los que están estos mercados al aire libre y los muchos bares y restaurantes que consumen habitualmente sus productos y que ahora están cerrados por el confinamiento.

Esta situación está incrementando además el desperdicio alimentario por la imposibilidad de dar salida a sus productos.

De cara a mitigar estos efectos, piden una apuesta por las producciones locales en la compra pública de alimentos para abastecer hospitales, centros de mayores, comedores sociales, comedores escolares o bancos de alimentos; o medidas fiscales como la exención del pago de autónomos a las pequeñas granjas. Sin respuesta.

La producción agroecológica

La pequeña producción agroecológica, donde los controles son más exigentes, participa de los mismos problemas, pero agravados en su caso por el mayor protagonismo en los canales cortos de distribución, como los mercados, el pequeño comercio, así como los grupos de consumo y otros menos formales. Como bien recuerdan en su carta estas organizaciones, el modelo agroecológico dispone de todas medidas higiénico sanitarias necesarias y prescritas por las autoridades para hacer frente a la crisis ocasionada por el COVID-19. Sin respuesta.

Los pequeños negocios de comestibles de los barrios

Son esas tiendas de alimentación, fruterías, pescaderías carnicerías y panaderías, las que dan vida a nuestros barrios y a nuestros pueblos, y nos garantizan, aunque no del todo, la compra de proximidad y temporada. De todo el pequeño comercio son las únicas que han podido mantener abiertos sus negocios. Pero muchas de éstas, por utilizar la metáfora de lo que nos pasa, con “respiración asistida”. Las posibilidades de los grandes supermercados para hacer compras completas, así como la oferta de productos que nada tienen que ver con lo comestible y la primera necesidad, han provocado, en muchos lugares, la fuga de estos pequeños negocios, desamparados frente al bombardeo publicitario de las grandes cadenas de distribución.

Algunos de estos negocios se han podido permitir la venta online y a través del whatsapp con algunos de sus clientes habituales, generalmente gente mayor, pero no siempre es posible esta solución.

En esta situación no podemos olvidar que son estas tiendas las que nos garantizarán también muchos de los suministros cuando una globalización insostenible entre en barrena.

Los otros pequeños comercios de barrio

Nos referimos a los que están obligados a cerrar por la emergencia sanitaria: ferreterías, tiendas de ropa, de calzado, mercerías, librerías, etc. Mientras muchos de ellos, incapaces de asumir los gastos fijos y del alquiler, se ven abocados a la ruina, las grandes cadenas de distribución y todos los hipermercados siguen vendiendo a sus anchas necesidades y caprichos sin distinción, todo su inmenso catálogo para nuestro hiperconsumo.

Y, por si fuera poco, además del bien engrasado servicio online de estas grandes cadenas de distribución, tenemos las plataformas que copan el comercio online: Amazon, Ebay, Alibaba. Todas ellas están haciendo su agosto particular en compañía de toda la galaxia de tiendas online de medio mundo.

Es posible que el paisaje que nos encontremos cuando volvamos a las calles, después del confinamiento, esté marcado por la desaparición de muchos estos pequeños negocios.

¿Por qué nos debemos volcar en la defensa de todos estos pequeños comercios locales, de barrios y pueblos?

Ya lo hemos ido apuntado, pero es bueno tener un apretado argumentario para cuando la rutina de nuestras pisadas nos lleve a los Mercadona o Carrefour:

  1. Porque representan un modelo de distribución de la riqueza más justo y menos desigual.
  2. Porque contribuyen más al empleo, al requerir mayor número de empleos para conseguir un mismo volumen de ventas que la gran distribución.
  3. Porque la gran distribución, además de requerir menos puestos de trabajo para el mismo volumen de ventas, destruye muchos más al forzar el cierre de pequeños comercios con mayores requerimientos en puestos de trabajo.
  4. Porque tienen una clara vinculación con el entorno en el que se encuentran.
  5. Porque contribuyen en mayor medida a la economía local.
  6. Porque es donde podemos encontrar los alimentos y productos de cercanía y temporada de los de los pequeños agricultores y ganaderos de la zona.
  7. Porque dan vida a los barrios y pueblos y al tránsito de los vecinos/as por las calles, aportando mayor seguridad a las mismas.
  8. Porque compite siempre en inferioridad de condiciones frente a los grandes, que además utilizan el marketing y la publicidad para promocionar sus ofertas.
  9. Porque el pequeño comercio, en lugar de las truculentas campañas de fidelización, basa su prestigio en la confianza y el trato directo con los clientes.
  10. Porque cuando quiebran los circuitos globalizados de distribución, son y serán estos pequeños negocios los que nos garantizan el abastecimiento.

¿Y qué podemos hacer cada uno de nosotros?

El siguiente paso lo tenemos que dar cada uno de nosotros: quitarnos la venda y cuestionar nuestras cómodas rutinas.

Las conocemos bien, cómo no. Y es que a todos nos cuesta, a unos más que a otros, renunciar a esos consumos innecesarios, caprichosos y compensatorios que tenemos a mano, incluso ahora mismo, en todos los hipermercados a los que podemos ir, y en todas las grandes plataformas online respondiendo a un cómodo clic de nuestro móvil. El enclaustramiento nos viene bien de coartada.

Así que tenemos que insistir, lo sentimos: ahora más que nunca es el momento para hacer todo lo posible por comprar productos de proximidad, temporada, preferentemente ecológicos, y hacerlo en las pequeñas tiendas, comercios y carnicerías, que es donde los vamos a encontrar.

Puede ser también ahora el momento de apuntarnos o formar en nuestros barrios y pueblos grupos de consumo que promuevan la compra solidaria juntando a vecinos y amigos con productores locales o pequeños comercios.

Por su parte, el Mercado Social de Madrid (MES) está promoviendo a nivel estatal, y en el marco de la iniciativa Frena la Curva, un mapa  donde podemos incluir nuestras iniciativas.

Y los caprichos y lujos, para lo que siempre fueron, para ocasiones especiales, y siempre después de esta primera de todas las emergencias que nos está esperando. Pero cuidado, si queremos tener futuro, este solo puede basarse en la austeridad y el MUCHO MENOS en todo nuestro consumo.

De todo lo demás, MUCHO MÁS: empatía, solidaridad, amor, silencio, lectura, tiempo…

 

Más información:

Algunas ideas para el fomento del pequeño comercio.

De la distopía a la utopía.

Iniciativas para comprar de forma solidaria ante la crisis del COVID-19.

MeCambio: Alternativas para un consumo responsable.

Frena la curva: Juntxs somos más fuertes.

 

la campaña #NOLONECESITAS TOMA FUERZA

La campaña #NoLoNecesitas denuncia que durante el periodo de alarma, las empresas de mensajería urgente siguen trabajando, pero en la mayoría de los casos no para entregar productos de primera necesidad, sino otro tipo productos cuya entrega no debería ser prioritaria, y que suele corresponder a pedidos de empresas como Inditex o Amazon. Por ello, se anima a no pedir productos que no sean necesarios para no exponer la salud de los mensajeros.

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