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El estante de las nuevas economías en el supermercado del capitalismo

Por Jordi Garcia Jané publicado en su blog economiasolidaria.cat [català] Parecería que últimamente los grandes inversores y los economistas neoliberales deben estar preocupados por la proliferación de modelos económicos que los cuestionan; que si economía circular, economía verde, economía azul, economía regenerativa, economía sagrada, economía colaborativa, economía del bien común, economía de impacto, economía libre […]

23 May 2017

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Por Jordi Garcia Jané publicado en su blog economiasolidaria.cat

[català]

Parecería que últimamente los grandes inversores y los economistas neoliberales deben estar preocupados por la proliferación de modelos económicos que los cuestionan; que si economía circular, economía verde, economía azul, economía regenerativa, economía sagrada, economía colaborativa, economía del bien común, economía de impacto, economía libre y abierta, economía P2P y del procomún, economía feminista, economía digital, economía cooperativa, economía social, economía solidaria, economía comunitaria, emprendimiento social, economías directos, el decrecimiento … Pero yo creo que, a los ricos y los que les sirven, tanta “nueva economía” más bien los da sueño y duermen mejor a las noches.

La multiplicación en estos últimos años de propuestas alternativas a la economía capitalista, las llamadas nuevas u otras economías, no nos revela tan sólo que el capitalismo sufre una crisis de legitimación, sino también la inmadurez del campo contrario, es decir, de las fuerzas que luchan por superar el capitalismo heteropatriarcal y productivista.

Detrás de algunas supuestas economías alternativas esconden intereses de patums y de capillas; detrás de otros, los de consultores, instituciones europeas o, directamente, de multinacionales. Algunas “nuevas economías” no plantean ningún modelo económico diferente por más que presuman de hacerlo, sino que se limitan a proponer nuevos sistemas de indicadores, valiosos, sí, pero sólo eso. Otros apenas son leves variantes de alguna “nueva economía” anterior, y aún hay que apuntan hacia nuevas tendencias de la economía … capitalista !, siempre reinventándose a sí misma.

La acogida acrítico de toda idea o práctica que autoproclame “nueva economía”, o elevarlas a la categoría de modelo económico, banaliza las ideas y las prácticas auténticamente transformadoras y difumina la necesidad y la posibilidad de construir una verdadera alternativa global al capitalismo. Viene a ser como abrir un nuevo mercado, los de las “nuevas economías”, donde cada una compite con las demás, al igual que los detergentes, para demostrar que ella es la que lava más blanco las coladas sucias del sistema. Si aceptamos ofrecer todo un estante de “nuevas economías” a la sociedad para que elija, remueva y compre es que, sin darse cuenta de ello, seguimos enjaulados dentro el supermercado del capitalismo.

Estoy afirmando, entonces, que todas las “otras economías” son humo? No, tampoco. La economía feminista LINEA efectivamente un nuevo paradigma económico, al igual que la economía ecológica o la economía social y solidaria. Las dos primeras lo hacen, sobre todo, desde la crítica teórica a la economía dominante; la economía social y solidaria lo hace todo desde la crítica práctica. Las tres beben de otras economías críticas anteriores, las categorías marxistas y los principios anarquistas y humanistas. Y las tres cobijan variantes y corrientes internas. A la economía ecológica, fundamentada en las teorías del economista Nicholas Georgescu-Roegen, le han surgido otras variantes: las iniciativas de transición, el decreixentisme, o derivaciones de la permacultura como la economía circular y otros. La economía social y solidaria, por su parte, recoge también corrientes diversos: el movimiento cooperativo, la economía social orientada a la inserción, las experiencias de economía comunitaria, el emprendimiento social, los comunes, la economía co laborativa del procomún, etc. Por último, la economía feminista cobija tres corrientes, según nos cuenta Amaia Pérez Orozco, la economía del género, la economía feminista integradora y la economía feminista de ruptura.

A veces, incluso, hablamos de economías feministas, comunitarias o solidarias, así, en plural. Un error, en mi opinión, porque pluralizar-las estamos sugiriendo que hay más cosas entre ellas que las separan y no que las unen, y encuentro que no es verdad.

Quizá ya va siendo hora de que nos dejamos, cada uno, de regar sólo su huerto y de tenerlo cerrado con una alambrada. Como afirmaba también Amaia Pérez Orozco, “necesitamos una confluencia de miradas críticas ante la crisis civilizatoria.” Necesitamos trabajar para ir integrando las aportaciones de las economías feminista, ecológica y social y solidaria para construir una alternativa, tanto discursiva como práctica, a la economía capitalista. La podríamos denominar provisionalmente economía feminista, ecologista, social y solidaria (Efeso). El Efes sería el resultado, pues, del proceso de convergencia entre las economías feminista, ecológica, y social y solidaria, cada una con sus variantes y corrientes. Construir una Efesios sería una apuesta por sumar en vez de seguir disgregando

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