Ecologismo

Hábitos de vida sostenibles

Los verdaderos hábitos de vida sostenibles, se basan, más que nada, en la sencillez, tal y como propugnan los decrecentistas y todos aquellos que se han propuesto cuidar el medio ambiente con eficacia o rechazando frontalmente el sistema en sí mismo como modelo destructor del entorno. Ha existido siempre cierto embrollo a la hora de […]

18 March 2009

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Los verdaderos hábitos de vida sostenibles, se basan, más que nada, en la sencillez, tal y como propugnan los decrecentistas y todos aquellos que se han propuesto cuidar el medio ambiente con eficacia o rechazando frontalmente el sistema en sí mismo como modelo destructor del entorno.

Ha existido siempre cierto embrollo a la hora de definir el estilo de vida ecologista. ¿Lo practican quienes consumen alimentos sin químicos? ¿Quienes ahorran emisiones de CO2 mediante la eficiencia energética? ¿O también los vegetarianos que encienden incienso y practican yoga? Hay una serie de hábitos que tienden a confundirse en una amalgama ecológico-saludable-místico-orientalista que, al final, termina por crear un concepto erróneo de los hábitos de vida sostenibles.

Lo mismo parece ocurrir con el consumo: todo producto etiquetado como ‘verde’ aparece como legitimador del arranque consumista. Y, a veces, hasta límites que rozan el fetichismo, o la ‘verdemanía’, o simplemente una moda más. Pero, en realidad, muy alejado de los verdaderos hábitos de vida sostenibles, que se basan, más que nada, en la sencillez, tal y como propugnan los decrecentistas y todos aquellos que se han propuesto cuidar el medio ambiente con eficacia o rechazando frontalmente el sistema en sí mismo como modelo destructor del entorno.

Una de las paradojas generadas por la actual alimentación ecológica es que, a menudo, ha dejado de ser sostenible. La certificación ecológica oficial se concede a todo alimento cultivado sin químicos, pero no tiene en cuenta los kilómetros que luego tiene que recorrer para llegar hasta el consumidor, ni los plásticos que más tarde lo envuelven para dar buena presencia.

¿Es sostenible un alimento sin pesticidas pero que se encuentra en el interior de una bandeja de poliexpán (poliestireno expandido), recubierto de un film de plástico y procedente de un país que está a miles de kilómetros, para lo cual se han tenido que rellenar varios tanques de gasolina con sus consiguientes emisiones de CO2?

Esto es lo que el consumidor de alimentos ecológicos suele encontrarse en numerosos herbolarios y centros de venta especializados. Es decir, el criterio parece más la salud que el medio ambiente. ¿O es una simple tendencia?

Los alimentos realmente sostenibles están en las cooperativas, que acercan los productos ecológicos locales directamente hasta el consumidor, sin intermediarios, e incluso en bicicleta, como va a empezar a hacer la asociación A Salto de Mata (‘www.asaltodemata.org’) en Madrid.

Lo mismo ocurre con otros productos ecológicos. En la moda de lo verde, distintos diseñadores están fabricando ropa de algodón cultivado sin pesticidas y materiales reciclados. Sin embargo, muchas de estas prendas se fabrican en países en vías de desarrollo, y deben ser transportados hasta nuestros puntos de venta más cercanos.

La concienciación por lo verde cae a veces en la paradoja creando una nueva tendencia insostenible, masificando lo que por definición debe ser pequeño y local. En esta dirección se alzan las voces más críticas, que reclaman, de una vez por todas, un cambio de modelo económico.

Tana Oshima

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