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“Bienvenida sea la crisis si logra cambiar nuestros hábitos de consumo”

Entrevista a Arcadi Oliveres, presidente de la organización Justicia y paz Miembro activo de la organización Justicia y Paz desde 1981, Arcadi Oliveres es actualmente el presidente de la entidad cristiana de la diócesis de Barcelona, dedicada a la promoción de los derechos humanos, de la paz, de la justicia social y del desarrollo ¿Qué […]

10 novembre 2008

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Entrevista a Arcadi Oliveres, presidente de la organización Justicia y paz

Miembro activo de la organización Justicia y Paz desde 1981, Arcadi Oliveres es actualmente el presidente de la entidad cristiana de la diócesis de Barcelona, dedicada a la promoción de los derechos humanos, de la paz, de la justicia social y del desarrollo

¿Qué visión tiene del mundo?

Primero, la crisis afecta a los 1.200 millones de privilegiados que vivimos en el Primer Mundo. A los 4.800 millones que viven en el Tercer Mundo, la crisis no es actual. Es de siempre y permanente. Y, por tanto, para nosotros es una novedad y para ellos, no. Por eso hay que relativizar las cosas. A las tres cuartas partes de la población mundial, no es una novedad. Segundo, las últimas semanas se ha hablado muchísimo de la crisis financiera. Pero tenemos que vincularla con otro tipo de crisis como la alimentaria, la energética, de la vivienda o la ambiental que también es grave. Son elementos que se interrelacionan para dar pie a la crisis actual.

¿Qué significa hoy solidaridad?

Significa de entrada que los 16.500 millones de habitantes del planeta vivan dignamente. Todos somos seres humanos, todos somos iguales y, por tanto, todos debemos vivir con dignidad económica. Desde mi punto de vista, que es el económico, no se vive igualmente. Unos tienen mucho y otros, menos. Hay que repartir mejor esa riqueza. Para ello, se debe optar por una óptica macro y una micro. La macro es la que corresponde a la de los estados, de los organismos internacionales, de grandes instituciones en la que los grandes elementos de la solidaridad estarían en la cooperación internacional, en la cancelación de la deuda externa, en frenar la venta de armas, frenar la especulación financiera, etc. Pero la solidaridad tiene también su faceta micro. Es la en que nosotros, como ciudadanos, nos tenemos que comprometer, de manera constante. Por eso debemos reducir nuestro consumo. Y según cómo vaya la crisis, bienvenida sea, porque permite cambiar nuestra forma de consumo, cambiar el tipo de apoyo que hacemos a las empresas, seleccionar más lo que necesitamos, o desarrollar las finanzas éticas, es decir no invertir en empresas que apoyan ciertos actos por los que uno está en contra.

¿Es posible alcanzar el ideal que propone Justicia y Paz?

Alcanzar la dignidad de todos los seres humanos hace dos siglos hubiera sido difícil por las circunstancias. Hoy en día, tenemos medios suficientes en transporte, en comunicación, en sanidad para que toda la población mundial pueda vivir dignamente. La Organización Mundial de la Alimentación viene pidiendo desde hace seis años, 50.000 millones de dólares anuales para eliminar el hambre en el mundo. Los países ricos siempre han dicho que no los encontraba en sus presupuestos. Ahora, EEUU ha encontrado 700.000 millones dólares y Europa, un billón y medio de euros para hacer frente a la inyección de mantenimiento bancario . Esto significa que esos ideales son perfectamente asumibles si se invierte en ello.

¿Cuál es su posición acerca de los movimientos antiglobalización?

Prefiero hablar de movimientos altermundistas porque es mejor expresarse en positivo. Soy un simpatizante de esos movimientos y llevo tiempo asistiendo a esos foros sociales mundiales porque se dan dos asuntos: un foro de debate y de reflexión y una capacidad de contactos. Como muchos de los participantes poseen sus propias creencias y vienen de distintos sitios, se puede además llevar a cabo pactos, campañas o sencillamente, dar a conocer la realidad de un país. Estoy completamente vinculado en pensamiento y acción con lo que dicen y creo que es muy viable y muy urgente.

¿Qué opina de la gestión de la inmigración en España?

Hay dos aspectos a tener en cuenta: la opinión pública y el Gobierno. La opinión pública es un desastre, en parte por culpa de los medios de comunicación que maximizan los problemas. Por ejemplo, hace un par de años, hubo mucha prensa por el caso de un padre islamista en Francia que se empeñó en que sus dos hijas acudieran a la escuela con el velo. Ante la prohibición por parte de la ley, el hombre decidió que sus hijas no fueran al colegio. Al día siguiente, todos los medios de comunicación, hablaron del caso y tacharon al padre de fanático. Lo que pasa es que creo que los medios nos tienen que explicar la situación general y no un caso concreto, porque en Francia existen 230.000 hijas de islamistas que acuden cada día a la escuela sin velo. Pongamos a razón de dos niñas por padre, representa 115.000 padres islamistas que aceptan la regla, pero los medios de comunicación se hicieron eco de un solo caso cuando, estadísticamente, no es representativo. Entonces, pienso que ese trato de los medios de comunicación es lo que hace que la opinión pública perciba una imagen negativa de esas personas, y explica el rechazo de la inmigración.

¿Y el Gobierno?

Si se observan bien los datos, uno se da cuenta de que la inmigración es un tesoro que debemos valorar. Por parte del Gobierno, frente a esta situación, han adoptado un papel ambiguo porque por un lado saben que hace falta la llegada de inmigrantes para la economía y, por otro lado, saben que la opinión pública no es tan favorable a su llegada. Estos últimos años, he notado que se da un cambio más favorable.

¿Cómo se podría mejorar esa gestión?

Lo primero que hay que hacer es rendirse ante la evidencia de que la inmigración es un hecho inexorable que seguirá produciéndose. Por tanto, lo que tenemos que hacer es asumir esta situación. Y también, en vez de hablar en negativo, como pasó con el padre de esas niñas francesas, hay que hablar en positivo. Nuestra cultura es fruto de la inmigración crecida a lo largo del tiempo.

¿Qué actitud aconseja mantener ante la crisis?

Como cualquier crisis, creo que no es ni positiva ni negativa. Depende de la respuesta de cada uno, porque algunos salen reforzados y otros no. La crisis en sí misma no es negativa. Lo que nos ofrece es la posibilidad de reflexionar en profundidad sobre un sistema económico que es injusto y que ha generado muchas desigualdades. Me gustaría que fuéramos lo suficientemente inteligentes como para cambiar el chip y hacer que este modelo económico abusivo cambiara. Pienso que es una oportunidad que no debemos desaprovechar.

carné de identidad de Arcadi Oliveres

Edad. 63 años.
Lugar de nacimiento. Barcelona.
Familia. Casado con Janine Künzi desde 1975. De este matrimonio han nacido sus cuatro hijos: Bernat, Arnau, Marcel y Albert.
Carrera profesional. Estudió Ciencias Económicas en la Universidad de Barcelona y se licenció en 1968. De joven fue miembro del movimiento escolta (1962-66). Posteriormente, en los años 70 se implicó en diferentes actividades a favor de la democracia y el autogobierno de Cataluña.

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