Consumo Responsable

A tiempo de contar con una ley transformadora y pionera contra el desperdicio alimentario

En junio, el Consejo de Ministros aprobó el Proyecto de Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario, cuya falta de ambición supuso un jarro de agua fría para las organizaciones que trabajan por su reducción. Agrupadas en el colectivo Ley Sin Desperdicio, ahora trabajan para que el texto definitivo suponga una ley más ambiciosa y transformadora.

27 setembre 2022

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Restos de comida junto a contendores de basura

Artículo de Cristina García Cachón Periodista y comunicadora en Enraíza Derechos para el Blog Consumo que Suma

¿Cuánto pesa un elefante? Igual no es necesario saber su peso exacto, con una idea aproximada nos sirve. Por eso proponemos un cálculo a ojo de buen cubero… ¿Imaginas el volumen de 216 MILLONES DE ELEFANTES AFRICANOS? Pues ese es el volumen de comida que tiramos cada año en el mundo.

Un tercio, o el 30% de todo lo que producimos a nivel mundial, acaba en la basura y con ello todos los recursos que se utilizan para su producción: agua, tierra, aire limpio, biodiversidad… Es una exageración, ¡pero es real!

Las consecuencias del desperdicio alimentario son muy graves: económicas por la cantidad de dinero que se marcha directamente al cubo de la basura: ¡unos 2.6 billones de euros anuales!; medioambientales por la cantidad de recursos que perdemos y que además no son renovables, como el suelo, hay que tener en cuenta que solo 1 cm de suelo dañado tarda 1.000 años en recuperarse; y sociales porque tiramos a la basura la cantidad de comida con la que podrían alimentarse los más de 800 millones de personas que pasan hambre, pero ¡multiplicada por 4!

Son cifras astronómicas y, sin embargo, la percepción que tenemos a nivel individual es que no desperdiciamos nada o desperdiciamos poco y, sobre todo, siempre son los demás: o la industria, o la distribución, o el campo, o la hostelería o los hogares.

Este es un fenómeno que se produce a lo largo de toda la cadena alimentaria, desde la fase de producción en el campo, hasta la de consumo en restauración y hogares. Y por lo tanto necesitamos ponerle freno y legislar para llegar al compromiso internacional recogido en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 12.3: De aquí a 2030, reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita mundial en la venta al por menor y a nivel de los consumidores y reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha.

Necesitamos una ley que ayude a evitar tanto despilfarro. En octubre de 2021, el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, anunció que se iniciaba el proceso de consulta pública del anteproyecto de Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario que el Consejo de Ministros había aprobado, en primera lectura, una semana antes. Se abría así el periodo de consulta para que las organizaciones, colectivos y ciudadanos en general pudieran realizar sus aportaciones a la norma.

Enraíza Derechos, que lleva investigando las causas y las consecuencias del desperdicio alimentario desde el año 2015, envió sus aportaciones y desde ese momento estableció contacto con los diferentes colectivos, organizaciones y personas activistas interesadas en contar con una ley que evite el desperdicio y las pérdidas de alimentos. En el mes de noviembre de 2021 se celebró un taller para reflexionar sobre el anteproyecto de ley. Y el 31 de marzo de 2022 se organizó un foro para debatir las propuestas de la sociedad civil, en torno al primer borrador del anteproyecto, en el que participaron: José Miguel Herrero, director general de Industria Alimentaria del Ministerio de Agricultura Pesca y Alimentación; Gabriel Castañares, director general de Políticas Palanca de la Agenda 2030, de la Secretaría de Estado Agenda 2030; Felipe Medina Martín, secretario general técnico de ASEDAS; Miren Arantza Madariaga Aberasturi, directora gerente de la Fundación Elika del Gobierno Vasco; y Ana Etchenique, vicepresidenta de CECU.

Después de todo ello, la aprobación el pasado 7 de junio del Proyecto de Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario, por parte del Consejo de Ministros, fue un jarro de agua fría para la sociedad civil por su falta de ambición, por no haber incluido las aportaciones hechas desde las organizaciones que trabajan este tema, y sobre todo, por no dar suficiente importancia a la reducción del desperdicio en origen. Si el texto se quedara tal y como está, perderíamos una gran oportunidad de contar con una ley pionera que ataje el problema desde la raíz.

Por ello, se ha creado el colectivo Ley Sin Desperdicio, formado por más de 15 organizaciones y personas activistas, que han puesto en marcha la campaña ¡Por una #LeySinDesperdicio! con la que se pretende incidir en los grupos políticos y en la ciudadanía con una recogida de firmas para conseguir un texto definitivo de la ley transformador y valiente.

Estos son los 10 puntos clave, que desde el colectivo #LeySinDesperdicio, proponemos como imprescindibles en la ley:

  1. El primero: ¡mejor prevenir que curar! Debemos cambiar la lógica y producir solo lo necesario, para evitar desperdiciar y no tener que gestionar las pérdidas.
  2. No podemos solucionar lo que no conocemos. Es imprescindible medir el desperdicio en todas las fases de la cadena alimentaria: desde el campo a la mesa. Con metodología adecuada a cada uno de los actores y recursos necesarios para poder evaluar a futuro.
  3. Necesitamos medir cuánto, pero también CÓMO se desperdicia, para adecuar las soluciones a cada situación.
  4. Es importante, incluir en la ley, la figura de la rebusca o el espigueo en los campos de cultivo, ya que es un mecanismo que reduce el desperdicio y ayuda a cuantificar las pérdidas en la fase de producción.
  5. Una ley es más efectiva cuanto menos espacio deje a la interpretación. Por eso, necesitamos precisar las definiciones clave de manera objetiva: desperdicio, pérdida, etc.
  6. La medición de las pérdidas y el desperdicio alimentario debe ser una acción obligatoria y no voluntaria para todas las entidades / empresas de la cadena.
  7. Es importante que la ley recoja las sanciones necesarias para evitar la tentación de esquivar su principal objetivo: reducir el desperdicio alimentario en todas las fases. Junto a las sanciones es crucial incluir acciones pedagógicas y medidas que faciliten el cumplimiento.
  8. La administración debe jugar un papel importante de vigilancia en el cumplimiento de la ley.
  9. Creemos que la ley debe marcar plazos para su desarrollo, así como los instrumentos necesarios para su puesta en marcha, como el Plan Estratégico, el Plan de Control, las guías propuestas, etc.
  10. Incluir la creación de un espacio de participación, decisión y acompañamiento en el que estén todos los actores involucrados, incluida la sociedad civil, para el cumplimiento de la ley.

No existe ninguna ley en Europa, a nivel estatal, que avance en el concepto de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario en su conjunto del campo a la mesa. ¡Estamos a tiempo de conseguir una “Ley Sin Desperdicio” transformadora y pionera en España! ¡No perdamos esta oportunidad!

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