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“Piratas y pateras” El acaparamiento de tierras en África

Algunos datos básicos de la investigación: Icaria Editorial acaba de publicar el libro “Piratas y pateras”, que ayuda a entender el fenómeno conocido como “acaparamiento de tierras”, proporcionando datos y cifras recientes sobre el mismo. El libro se centra exclusivamente en África, por ser el continente en el cual se han adquirido más tierras. Ciertos […]

21 novembre 2012
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Algunos datos básicos de la investigación:

Icaria Editorial acaba de publicar el libro “Piratas y pateras”, que ayuda a entender el fenómeno conocido como “acaparamiento de tierras”, proporcionando datos y cifras recientes sobre el mismo. El libro se centra exclusivamente en África, por ser el continente en el cual se han adquirido más tierras. Ciertos estudios cifran en 67 millones el número de hectáreas (la superficie conjunta de Italia y Alemania) que están o serán acaparadas en un futuro inmediato en la región. Los agentes que están participando de este negocio son empresas e inversionistas europeos, africanos, asiáticos y norteamericanos que: A- especulan con las tierras, B- desean beneficiarse y comercializar los créditos de carbono contemplados en el Protocolo de Kyoto, y sobre todo C- anhelan controlar la producción agrícola para hacer negocio del consumo voraz de recursos por parte de las naciones pudientes (sobre todo alimentos y agrocombustibles).

Asimismo, existe un elevado número de inversionistas de China, India o algunos estados árabes,  que ante los problemas por el acceso al agua y a tierras fértiles en sus países, también están explotando los recursos africanos. Por regla general, el acaparamiento de tierras viene acompañado por un acceso ilimitado a los recursos hídricos.

Como se indica en el libro -que ha sido financiado por la Cátedra “Tierra Ciudadana – Fondation Charles Léopold Mayer” de la Universitat Politècnica de València- para algunos organismos como la FAO “…el acaparamiento de tierras es una inversión que para las naciones empobrecidas deparará, supuestamente, ciertos beneficios: puestos de trabajo, transferencia tecnológica, infraestructuras rurales, mejora de la productividad agraria para el consumo local, seguridad alimentaria, etc.”

“Piratas y pateras” recalca que dichas premisas solidarias se van desvaneciendo conforme avanza el tiempo: Decenas de miles de personas han sido desalojadas de sus tierras, algunas de ellas violentamente. Se están generando menos puestos de trabajo de los previstos y muchos son precarios, por eso ya se han registrado las primeras huelgas de trabajadores agrícolas. Además, con el fin de garantizar los recursos hídricos a los inversionistas, se están alterando cauces de canales, ríos, etc. afectando así a muchos poblados locales que ya no tienen agua para sus cultivos de subsistencia, a la vez que se generan impactos ambientales considerables en determinados ecosistemas. También se han documentado juicios políticos contra campesinos que se resistían a abandonar sus tierras y sus modos de vida.

El acaparamiento de tierras en África es especialmente grave porque, como se apunta en el trabajo “…el 70% de su población depende de la agricultura y un 33% vive en una situación de inseguridad alimentaria. Según la FAO este continente acoge una tercera parte de los hambrientos del mundo (307 millones) situándose una cuarta parte en el África Subsahariana (265 millones).” No hay que olvidar las dos recientes crisis alimentarias que afectan a millones de personas en el “Cuerno de África” y en el “Sahel”. En la mayoría de naciones flageladas por estas hambrunas se han detectado millones de hectáreas acaparadas, pero “Piratas y pateras” ha ido más allá, consiguiendo reportar datos de 35 países africanos.

El libro aborda con especial interés el principal problema que están enfrentado los campesinos africanos para paliar este despojo: el relativo a la tenencia de la tierra, pues generalmente no existe la propiedad privada tal cual la conocemos. La mayoría de casos de acaparamiento son arrendamientos que van desde los 2 a los 99 años, y muchos vienen acompañados de ventajas fiscales para alentar la inversión extranjera. El precio al cual se arrienda la tierra es ridículo, porque en naciones como Mozambique, Tanzania o Zambia se ha tasado la hectárea a un precio menor a un dólar por año.

Es importante subrayar la opacidad reinante en la mayoría de negociaciones entre los inversionistas y los estados implicados. Incluso se han detectado dos casos de inversionistas que mantienen vínculos con “señores de la guerra” y grupos armados (sobre este punto puede obtener más información en mi artículo “El jefe de la mafia”).

 

Contexto socioeconómico: La tierra, el último eslabón por conquistar:

En tiempos de crisis, la agricultura se está consolidando como una inversión rentable pues se puede dejar de pagar la hipoteca o internet, pero comer es necesario en un mundo donde la población crece exponencialmente y en donde los agrocombustibles se han vendido como una opción para contrarrestar el cambio climático. Unas pocas empresas ya controlan casi todos los eslabones de la cadena agroalimentaria: semillas, agroquímicos, transformación, distribución, venta, inversión en mercados de futuros, etc. En este contexto, la tierra es el último eslabón por conquistar dentro del gran negocio agroalimentario y muchos inversionistas buscan garantizarse su ración de beneficios dentro de este apetitoso mercado. El actual incremento de precios de las materias primas agrícolas, debido al incremento de la inversión financiera en los mercados de futuros, es otro factor que estimula el interés por la tierra y la producción agraria (en la introducción del libro se detalla este apartado minuciosamente y con datos).

Es lamentable que miles de africanos estén siendo expulsados de sus tierras por empresas e inversionistas europeos, cuando los agricultores europeos están abandonando las suyas y engrosando las listas de desempleados, debido a la falta de rentabilidad, originada en unos precios de compra irrisorios que impone un pequeño oligopolio de distribuidores, intermediarios y supermercados; todo ello, con el beneplácito de los gobiernos y en nombre de una libertad de mercado… que arruina a las personas.

En tiempos de crisis la agricultura podría ser una fuente de trabajo inacabable en España y Europa, pero las políticas agrícolas en las últimas décadas han favorecido la exterminación del tejido rural tradicional, la concentración de la tierra en manos de unos pocos y la deslocalización de la producción a naciones donde se puede explotar la mano de obra y los recursos naturales. En una sociedad puramente mercantilista, la agricultura ha dejado de ser una actividad que proporciona trabajo y alimentos, para transformarse en un negocio más donde lo importante es el beneficio y no el hambre y el desempleo.

Aun hoy y a pesar de la situación grave que atraviesa España, no se vislumbra ninguna luz en este largo túnel. Más bien todo lo contrario, pues las principales fuerzas políticas españolas (PP y PSOE) se posicionaron a favor del Acuerdo Bilateral entre la UE y Marruecos para liberalizar el comercio de productos agrícolas y pesqueros. Este tratado, ampliamente rechazado por casi todas las organizaciones agrarias españolas, supondrá según estas, el tiro de gracia definitivo a la agricultura española. Nótese como la liberalización comercial con Marruecos podría significar el libre tránsito de mercancías agroalimentarias provenientes de África, lo que beneficiaría e incitaría el acaparamiento de tierras en dicho continente (para más información sobre este tratado, leer mi artículo “Tres mitos y un destino”).

Con las tierras acaparadas y las barreras comerciales derribadas, solo queda por resolver el apartado logístico, y para ello, las autoridades europeas y españolas analizan dos posibles corredores (el “central” y el “mediterráneo”). Es curioso porque existe un debate para ver cuál de los dos es el más apropiado, pero en ambos casos el punto de partida es el puerto de Algeciras, situado a escasos kilómetros de África. A pesar de las benevolencias que se han dicho sobre estos corredores, no hay duda de que esta infraestructura permitirá el transporte y el comercio de productos agrícolas provenientes de África. Tampoco hay duda que con estas medidas comerciales y con estas obras serán los pequeños agricultores europeos y africanos los que salgan perdiendo… ¿Quién se beneficia? Los de siempre. 

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Más información del libro, comunicarse con el autor o entrar en “Piratas y pateras”.

Vicent Boix es investigador asociado de la Cátedra “Tierra Ciudadana – Fondation Charles Léopold Mayer”, de la Universitat Politècnica de València. Autor de los libros “El parque de las hamacas” y “Piratas y pateras”.  Otros artículos y más datos del autor aquí.

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