Economía Solidaria

Enrique del Río «Hay utopía y mil millones de personas en la economía social»

Por Ana Gaitero para Diario de León Enrique del Río es uno de los precursores de la economía social en España. En los años 80, cuando las cifras del paro juvenil rozaban el 50% y la droga cabalgaba entre parados y trabajadores, puso en marcha Proempleo.Desde entonces han ayudado a crear entre 150 y 200 […]

17 julio 2019

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Por Ana Gaitero para Diario de León

Enrique del Río es uno de los precursores de la economía social en España. En los años 80, cuando las cifras del paro juvenil rozaban el 50% y la droga cabalgaba entre parados y trabajadores, puso en marcha Proempleo.Desde entonces han ayudado a crear entre 150 y 200 empresas de economía social a partir del autoempleo. Actualmente trabaja como voluntario con jóvenes inmigrantes en el programa Volver al campo que se desarrolla en el municipio palentino de Amayuelas. Hoy participa en el curso de verano Experiencias de transformación social desde la Economía Social y Solidaria de la Universidad de León que se celebra en la Colegiata de San Isidoro.

—¿Qué aporta la economía social en la era de las grandes coporaciones?

—Aporta una forma de entender el trabajo, la empresa, los mercados, el desarrollo local y no confundir el crecer en volumen con el crecer de verdad, que es la capacidad de pensar, investigar… Es entender la forma de usar el dinero al servicio de las personas.

—¿Cómo se concreta en nuestra economía?

—Actualmente hay 190.000 personas en España involucradas en proyectos de economía social, sin contar la banca ética que cuenta con 236.000 usuarios en España, a datos de 2016, un volumen de 2.000 millones de euros en crédito y ahorro y 1.267 millones en préstamos. La banca ética tiene un peso importante en Europa con 715.000 millones de euros que suponen el 5% del PIB de la UE.

—¿En qué sectores se desarrolla la economía social?

—Prácticamente en todos, excepto en producción de vehículos o fabricación de papel higiénico. Hay cooperativas de enseñanza, alimentos, mutualidades, empresas de inserción, cofradías de pescadores, fabricantes de vagones de metro o cooperativas de psicólogos y dentistas.

—¿Cómo se conecta a las personas consumidoras con estas productoras y empresas de servicios?

—Las redes de consumo y los mercados sociales son el punto de conexión. El Mercado Social de Madrid que se celebra dos veces al año reúne a 10.000 personas y se realizan compras por 70.000 euros. Se trabaja día a día y con el boca a boca.

—¿Es una utopía en un mundo dominado por el gran capital?

—Si no tuviera utopía no haría estas cosas. Pero hay que decir que en el mundo hay dos millones y medio de cooperativas que aglutinan a mil millones de personas y dan empleo indirecto a al menos 250 millones de personas. Somos gotas de agua, pero sumamos.

—¿Ser cooperativa y economía social es lo mismo?

—El hábito no hace al monje. No es la fórmula jurídica la que garantiza que se trabaje de manera distinta. Una empresa de economía social tiene que garantizar la equidad entre hombres y mujeres, la calidad ambiental, la cooperación y el compromiso con el entorno (hay cooperativas que dedican horas de trabajo o salario a colaborar con proyectos de desarrollo como La Veloz en Zaragoza). En las empresas de economía solidaria el 58% de los puestos de responsabilidad están ocupados por mujeres.

—¿Cómo está Castilla y León de economía social?

—Somos una Comunidad con el 22% del territorio y el 6% de la población. No disponemos de datos concretos. Pero ya tenemos una sucursal de Som Energia que cuenta con 52 locales para el consumo de energía renovable.

—Explíquenos el proyecto que desarrolla ahora en Amayuelas.

—‘Volviendo al campo’ enseña a la gente a desempeñar trabajos de agricultura y ganadería, elaboración de adobes y chapuzas. El 90% son emigrantes. Los españoles que han venido se han vuelto a sus lugares de origen, principalmente Murcia. No se trata solo de dar casa, ropa y comida, sino de preparar.

—¿Lo extenderán a otros lugares de Castilla y León?

—Estamos en una Comunidad con muchos recursos sin explotar y sería posible. Sólo hace falta gente voluntaria. Aquí somos tres jubilados y varias familias de ganaderos y agricultores donde hacen prácticas.

—¿Qué le diría al gobierno que se acaba de nombrar en Castilla y León?

—Que tengan actitud de escuchar y voluntad de responder a las necesidades del pueblo y no mantener el sistema actual. Hacerse fotos con un tractor es reírse de la gente. Actualmente las granjas de ganado se mantienen gracias a los emigrantes. Es necesario que ayuden a la gente a que participe en las soluciones.

—¿La crisis ha impulsado la economía solidaria?

—La crisis ha obligado a la gente a mirar a otro sitio porque no hay salida. No se han cumplido los objetivos del milenio. Hay más emigración, pobreza, desigualdad y se envenena la tierra. Que veamos tantas imágenes de delincuencia en la televisión viene a decir que la falta de perspectiva hace que la gente salga por la tangente.

—¿El autoempleo es la solución?

—Toda la economía solidaria es la solución. Cuando empezamos en los años 80, el autoempleo era algo desconocido en España. Estaba mal visto. Hemos ayudado a crear entre 150 y 200 empresas, pero hemos desincentivado a muchas más que eran inviables porque no se puede vivir de subvenciones. Hay que reapropiarse de la economía que está en manos de unos pocos. Con la economía solidaria se forma en democracia, valores y supone un cambio cultural y de modelo de desarrollo.

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